14 abril, 2009

la vida en el circo

La vida en el circo
Los mejores malabaristas, equilibristas, acróbatas, trapecistas y payasos españoles presentan hoy en Albacete el espectáculo 'Estrellas del Circo', preámbulo del Festival Internacional del 2008
ANA MARTÍNEZ/ALBACETE

EL HUMOR. El payaso Totti durante el ensayo general. / ESPARCIA
A lo largo de este fin de semana, Albacete se convertirá en la capital nacional del circo, una aspiración que viene persiguiendo el alcalde Manuel Pérez Castell para darle mayor sentido a esa dualidad de la que está dotada nuestro Teatro Circo: su pista central.

Precisamente, en esta pista sobre el patio de butacas ayer ensayaban desde primeras horas de la mañana los quince artistas que presentarán en cinco funciones el espectáculo Estrellas del Circo, una propuesta diseñada única y exclusivamente para Albacete y que reúne a los mejores artistas españoles del circo, reconocidos internacionalmente mediante importantes premios otorgados en los más destacados festivales de circo.

Picaso Junior es uno de ellos. Con pelotas de ping pong o platos de plástico es capaz de dejar boquiabiertos al personal. Su historia es muy curiosa, pues aunque nació en Madrid y reside en Valencia, sus padres y abuelos son de Navas de Jorquera, en Albacete, localidad a la que acude con asiduidad y donde su padre, el Gran Picaso, es muy conocido por su control de los malabares.

Aunque cursó estudios en la Universidad de Económicas de Valencia, donde conoció a la que hoy es su mujer, Picaso Junior notó el gusanillo del circo mientras realizaba el servicio militar en Melilla: «Desde pequeño jugaba con las pelotas de ping pong de mi padre, pero no era más que un juego, aunque él siempre me vio muchas cualidades porque no se cansaba de decirme que yo valía para esto».

En el servicio militar, cuando llega el momento de decidir el futuro de uno, «pensé primero más con la cabeza que con el corazón, pero llegó un pequeño circo a Melilla miré su escenario y me dije que, al menos, tenía que probar», relata Picaso Junior.

Asegura que, en su infancia y adolescencia, jamás fardó delante de sus amistades y, por eso, su decisión de dedicarse al circo fue «un shock» muy grandes para familiares y amigos pero, especialmente, para su madre pues «hubiese puesto la mano en el fuego en que yo nunca saldría a un escenario porque soy igual de tímido que ella».

Para Picaso Junior, la vida del circo es dura dependiendo del nivel profesional en el que te encuentres, no en vano, si estás reconocido internacionalmente estás muy bien pagado y con excelentes caravanas. El problema viene cuando uno decide tener hijos: «Los mios están en Quartell, pueblo de Valencia en el que vivimos; cuando puedo me los llevo de gira y de viaje y esto les está permitiendo aprender muchos idiomas y ser gente muy abierta».

Su especialidad son las pelotas de ping pong y los platos de plástico y asegura que no piensa experimentar con algún objeto más. De hecho, afirma que el nivel de perfección que quiere alcanzar nunca lo conseguirá, «porque hacer una buena actuación cuesta toda una vida».

Finalmente, subrayó que el Teatro Circo «me ha impresionado mucho» y calificó de «excelente» que aprovechen su escenario para el mundo del circo.

Del trampolín al trapecio

Ni nació en el circo ni tuvo relación con él en su infancia. Estudió Biológicas y lo combinó con el trampolín de competición. Graziella Galán (Madrid) cuenta que, tras surgirle una oportunidad, decidió incorporarse al mundo del circo por un periodo de un año para vivir «una experiencia nueva» que, además, le permitía viajar y conocer mundo.

Sin embargo, «el mundo del circo me enganchó tanto que ya llevo 23 años dedicada a él». Y en todo este tiempo ha hecho todas las modalidades de trapecio que uno pueda imaginar.

Con 49 años de edad, Graziella Galán afirma que se siente perfectamente y que todo es una cuestión de genética y de trabajo constante y mucho esfuerzo.

A pesar de que arriesga al máximo, dice no tener miedo, sino más bien respeto y, por eso, sale a actuar con la cabeza sobre los hombros, es decir, «muy concentrada y dejando los problemas de lado», porque «el número no sólo depende de ti, sino del apoyo técnico que me acompaña».

Pero, paradójicamente, Graziella Galán se confiesa muy miedosa y, por este motivo, ensaya con mucho método y con un cinturón de seguridad que no se retira hasta que no domina a la perfección su espectáculo.

Manifiesta a La Verdad que hace algunos años arriesgaba mucho más pero que, un gran director de un circo, le dijo en una ocasión que «no se trataba de hacer sufrir al público, era mejora buscar el equilibrio y la estética y ahora es en lo que estoy empeñada, es una forma de danzar sobre el trapecio». Para ella, el mundo del circo no tiene inconveniente alguno, pues «el hecho de abrir la puerta y encontrarte todos los días con algo nuevo no se paga con nada».

Por último, Graziella se mostró emocionada con el espectáculo Estrellas del Circo y tachó de «increíble» el espacio del Teatro Circo. No podía faltar en este encuentro con los artistas del circo Totti, la quinta generación de payasos que trabaja bien en solitario bien con su hermano y sus padres, es decir, con la Tony Alexis Family.

Con tan sólo cuatro años de edad debutó en Suiza y desde entonces no ha abandonado los escenarios circenses, aunque bien es cierto que ha ido variando de personajes: de pequeño fue Augusto, típico payaso de nariz roja y, posteriormente, su padre le animó a encontrar su propio personaje. Fue entonces cuando nació Cara blanca, un payaso serio que trabajó durante tres años.

Finalmente, la familia decidió trabajar de cara limpia, payasos sin pintura pero con frac y, para diferenciarse de su padre, «me pinté las cejas y me puse unas gafas usadas de mi hermano a la que quite los cristales y así nació Totti, un personaje que va en su propio mundo, un niño pequeño dentro de un cuerpo de hombre, que tiene sus propias ideas y es muy observador, aunque cuando imita al resto de la gente lo hace en el momento menos adecuado».

A su juicio, un circo sin humor no es un circo y lo compara con una sopa sin sal: «El humor es como la antena de conexión entre el espectáculo y el público».

Califica de «gran idea» estrenar en Albacete la función Estrellas del Circo porque lamenta que, en España, el circo llegue a darle mayor importancia a su parte comercial, con publicidad engañosa y escasa calidad: «Con esta propuesta y con el Festival Internacional de Albacete, el circo en España será mejor y podrá recuperar su nombre».

Por último, Totti reconoce que en España nunca ha visto un escenario similar al del Teatro Circo de Albacete, pues «es una mezcla de circo y ópera» y aplaude que la ciudad haya recuperado su antigua pista circense.

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